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Dallas, un bebé de California, padecía problemas de equilibrio, lloraba de forma constante y raramente abría los ojos. Tras ocho meses se le diagnosticó una parálisis cerebral y sus padres decidieron infundir células madre de la sangre del cordón umbilical que habían guardado en el nacimiento del bebé. Al cabo de cinco días comenzaron a notar la mejoría del niño, que tras el tratamiento ríe, saluda y ha comenzado a caminar.
No se conoce una cura para la parálisis cerebral, y los tratamientos para ayudar a tratar sus efectos debilitantes la convierten en la segunda discapacidad del desarrollo más costosa de tratar durante la vida de la persona, después de las discapacidades mentales.

Nancy Snyderman, jefa de publicaciones médicas de NBC News, valora de manera muy positiva el uso de células madre para el tratamiento de ciertas enfermedades y señala que "es un recordatorio extraordinario de que la sangre del cordón umbilical, eso que se tira con la placenta en la sala de partos, como cualquier otro desecho médico, puede tener unas aplicaciones extraordinarias. "

El embarazo de Dallas transcurrió sin problemas, pero en la familia de su padre hay antecedentes de problemas cardiacos y su madre es adoptada, por lo que si el niño sufría alguna enfermedad, la compatibilidad genética era limitada, por eso tomaron la decisión de conservar la sangre del cordón umbilical para, en caso de necesitarlo, disponer de sus células madre.

En opinión de Santiago Luengo, Director General de Secuvita, "los datos son prometedores. Únicamente puntualizar que debemos ser muy medidos en la comunicación pues hay muchas familias que sufren y no se deben crear falsas expectativas. Debemos matizar mucho el tema para no caer en el sensacionalismo".

Según el Doctor Jaime Pérez de Oteyza, hematólogo y experto en trasplantes del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, "existe un gran volumen de datos experimentales que sostienen la hipótesis de que las células madre del cordón umbilical pueden ser de utilidad en el tratamiento de diversas enfermedades del sistema nervioso central. En este caso se ha tratado a un niño con parálisis cerebral mediante la infusión de las células madre de su propio cordón umbilical, lo que supone una importante innovación en el manejo de dicha enfermedad. Aunque la mejoría clínica observada en este caso ha sido llamativa, debemos ser prudentes en la valoración del resultado.

Por el momento, en la Universidad de Duke se está llevando a cabo un ensayo clínico en el que se han administrado células madre del cordón umbilical propio a varios niños con parálisis cerebral. Esperamos con enorme interés la publicación de los resultados finales de este estudio, que pueden abrir una puerta a la esperanza para muchas familias."

Como siempre digo la discapacidad sólo es una etiqueta impuesta por la sociedad, prueba de ello esta noticia.
En ella no veo discapacidad, sinó más bien capacidad sin límites.

Noticia extraída del abc.es
A Alejandro Vidal Sánchez (La Coruña, 1981) siempre le ha gustado el deporte. Lo mismo se calza unas botas de fútbol sala, que coge la bicicleta de montaña. Todo vale con tal de disfrutar junto a sus amigos. Hace cuatro años, «descubrió» el taekwondo. Un poco tarde, sí, pero justo a tiempo para dar un cambio radical a su vida. «Fue casi por casualidad. Yo iba todos los días al gimnasio y veía entrenar a los chicos de taekwondo, así que me picó la curiosidad y me apunté», recuerda con agrado el deportista gallego que convive casi desde su nacimiento con una enfermedad que le impide mover con normalidad sus brazos.
Por culpa de la polirradiculoneuritis, su vida ha estado siempre rodeada de obstáculos. Barreras que él se ha encargado de derribar con un afán de superación sólo comparable a su cabezonería, un extremo que confirma su entrenador, Juan Luis Martínez. «Cuando me dijo que quería entrenar le respondí que no había ningún problema. Éste llega cuando él quiere competir con gente sin discapacidad. Yo sé hasta dónde podemos llegar, pero él supera casi siempre esos límites», reconoce.
Ver competir a Vidal es un espectáculo. Como no puede mover sus brazos con normalidad, cambia las defensas por esquivas. Los reflejos y la potencia en las patadas son sus armas. Aún así, la primera impresión cuando salta al tatami es de sorpresa. «La gente flipa cuando le ve», asegura el técnico, que alaba la capacidad de trabajo de su alumno. «Es un currante nato. Tiene un afán de superación y sacrificio que contagia al resto del grupo, lo que le ha llevado a participar incluso con el equipo de exhibición».

Así, Alejandro ha tenido la oportunidad de hacer giras internacionales para demostrar su valía, aunque no siempre le ponen las cosas fáciles. «Es complicado que pueda participar en todos los sitios y soy yo el que tiene que frenarle muchas veces, porque en algunos campeonatos puede tocarle un rival demasiado fuerte y dejarle «seco» de una patada». Pero Alejandro no se rinde. No lo ha hecho nunca. «Me acuerdo de lo que me costó abrocharme por primera vez el botón del pantalón», relata. Un pequeño reto. Como su día a día. «Soy administrativo en la lonja y trabajo por la noche. Cuando llego a casa duermo un poco y luego, antes de ir al gimnasio, quedo con los amigos para tomar algo», afirma. En el «Natural Vidal Armadores» de Riveira pasa casi tres horas diarias. Aquí tiene a «su otra familia», según reconoce el propio Alejandro, que ahora se está preparando para lograr el cinturón negro.

Una vida sin límites
En su particular sala de trofeos, la medalla de bronce del campeonato gallego ocupa un lugar especial. Supone la culminación de un trabajo de cuatro años. La prueba de que no hay límites. «Al principio, los rivales se extrañan, pero cuando «metes» la primera patada, se ponen en guardia y todo cambia. A mi no me importaría competir con gente con discapacidad, pero es que aquí en Galicia no hay casi nadie que haga taekwondo. Así que, o te adaptas, o te quedas con las ganas de competir», asegura el gallego.
Sus objetivos ahora son dos. El primero, participar en el Mundial paralímpico, previsto para el 11 de junio en Bakú, y el segundo, examinarse de cinturón negro, algo que hará a finales de año. Dos nuevos retos que añadir a la lista para satisfacer una curiosidad que parece no tener límites. Él, por lo menos, no se los pone.

La vigesimotercera edición de los Premios Goya, los galardones más importantes del cine español, han tenido muchos participantes, mucha sofisticación, muchas estrellas, mucha cobertura mediática… pero sólo unos pocos agraciados obtuvieron el título de protagonistas. Uno de ellos, en forma de película, ‘Camino’, que con seis estatuillas fue la cinta más aclamada de la noche. Otro, personificado en Juan Manuel Montilla, ‘El Langui’, que recogió dos ‘cabezones’ por mérito propio: uno a la Mejor canción original (por el tema ‘A tientas’) y otro al Mejor actor revelación.

‘El Langui’, un cantante de hip hop que lidera el grupo ‘La excepción’, tiene parálisis cerebral. Y no tuvo reparos en denunciar a la mismísima Academia de Cine, la misma que le premió por dos veces, al subir al escenario y quejarse de la escasa accesibilidad del recinto, el madrileño Palacio de Congresos y Exposiciones. Hubo de ser ayudado en esas dos ocasiones para subir las escaleras. “Estas cosillas son las que le impiden a uno ser del todo autosuficiente”, manifestó ante la audiencia cinéfila.

Montilla dedicó su segundo Goya, el de Mejor actor revelación, a sus padres: “Gracias. Os lo debo todo. A vosotros que siempre me poníais el Cola-Cao en lo más alto del armario para que tuviera que esforzarme”, apuntó el músico venido a actor.

‘El truco del manco’, la película que protagoniza ‘El Langui’, también mereció la consideración de ‘Mejor Director Novel’, en este caso la de Santiago Zannou. Su historia: la de un chico que vive en el extrarradio y que trata de sacar adelante su sueño: montar un estudio de grabación. Para ello tiene que sortear los obstáculos que encuentra a diario (barreras arquitectónicas, mentales, etc.), la tentación de las drogas fáciles, las pequeñas mafias locales, la incomprensión familiar… Montilla ida vida en el filme a ‘Cuajo’, un buscavidas que convive con su parálisis cerebral, sin perder por ello su vitalidad y soltura.

A pesar de que manifestase que le gustaría seguir interpretando, ‘El Langui’ quiere dedicarse ahora por completo al lanzamiento del tercer disco de su grupo, que podría salir en primavera.

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