Es totalmente normal que cuando una persona, después de haber sufrido un accidente, o una enfermedad, la cual le ha dejado como secuela tener que estar en una silla de ruedas, se sienta incapaz de salir adelante por medios propios y piense que siempre deberá depender de alguien más para poder hacer sus cosas.
Esta situación modifica totalmente sus condiciones de desarrollo y socialización a la que estaba acostumbrado, por lo que se pueden hundir en estados depresivos, pensando que su vida ha terminado.
En estos casos, la familia suele sobreproteger por el miedo de dejarlos salir solos a la calle, por los riesgos que ello conlleva, limitando así, la oportunidad de salir adelante e integrarse en actividades que le ayuden a superar lo que pasó.
Los hay, también, que ni siquiera asisten a una rehabilitación adecuada a su discapacidad, de manera que el cuerpo se va deteriorando y adquiriendo mayores malformaciones tanto de postura, como las ampollas que se hacen cuando se estar tanto tiempo en una misma posición (escaras).
La persona, al no seguir una rehabilitación, va adquiriendo mayor dependencia de los miembros de su familia como son la esposa, los hijos, o los padres.
Así la adaptación a la discapacidad ha sido descrita a través de una serie de etapas importantes. Estas etapas son normales y esperables, sin embargo, no se presentan nítidas, ni en un orden específico. Las personas difieren en cómo avanzan a través de estas etapas. Algunos avanzan más rápido que otros, algunos pueden saltar una etapa o recorrerlas en un orden diferente.
Por lo tanto, las dificultades en la adaptación existen cuando el individuo tiene problemas para resolver una de estas etapas o se queda estancado en una de ellas, deteniendo así el avance hacia la fase final de la aceptación. La adaptación es un proceso a lo largo de la vida, donde los aspectos emocionales de la discapacidad pueden ser un factor importante en la determinación de los resultados y beneficios de todos los esfuerzos de rehabilitación.
El impacto dependerá de algunas variables, entre las más significativas está la edad de la persona:
- En edades tempranas, el impacto será menos agresivo a medio y largo plazo, ya que el niño aprende a encajar su discapacidad en los inicios de su proceso de socialización. Por supuesto, será fundamental la respuesta y el apoyo familiar para desarrollar una evolución normalizada.
- Sin embargo, resulta más difícil encajar una discapacidad cuando se está viviendo una fase evolutiva en la que prima las relaciones sociales, como es en la adolescencia y edad adulta. La persona se enfrenta, no sólo a unas limitaciones nuevas, sino también a un proceso de asimilación y aceptación más abrupto, ya que existe un estilo relacional previo y unas experiencias con las que comparar, lo que suele generar mayores niveles de frustración.
Mientras que varias etapas han sido descritas en la literatura, las siguientes son las más comúnmente descritas:
INCERTIDUMBRE
Cuando los síntomas aparecen por primera vez pero el individuo no ha sido diagnosticado, puede sentirse preocupado y confundido. Puede preguntarse: "¿qué está mal en mi, y qué me pasará?". Dado que muchas discapacidades tienen una naturaleza cambiante e impredecible, la incertidumbre puede no quedar nunca completamente resuelta. Los planes de cara al futuro pueden necesitar ser continuamente revisados.
SHOCK
El choque se refiere a un estado de aturdimiento, que puede ser, tanto psíquico como emocional. Es una reacción al trauma, como puede ser el escuchar un diagnóstico. Puede durar desde unos breves momentos, hasta algunos días, o aún más. El individuo es incapaz de comprender la magnitud o severidad de la discapacidad o sus efectos.
NEGACIÓN
La negación es inicialmente una reacción normal o un mecanismo necesario de defensa. Protege al individuo de abrumarse psicológicamente, asegura que no hay depresión. La negación es nociva sólo cuando interfiere con el tratamiento o los esfuerzos de rehabilitación. Con el tiempo, la negación se debe "suavizar", es decir, el individuo reconoce emocionalmente lo que le ha pasado.
DEPRESIÓN / PENA / DUELO
La negación lleva gradualmente a un aumento del reconocimiento de la situación, en este punto emergen la pena y la depresión. Junto con ella se puede observar una disminución de la autoestima. Estos sentimientos se consideran una reacción normal a una pérdida real, tal como una enfermedad o la pérdida de una parte o una función del cuerpo. Los sentimientos de depresión pueden incrementar para que las respuestas de otras personas, antes gratificantes, no disminuyan.
La depresión puede expresarse como hostilidad externalizada y culpa frecuentemente dirigida contra los miembros de la familia.
Se ha dicho que la pena es la más dolorosa de todas las emociones humanas, a la vez, se ha descrito como la más "curativa". El individuo puede afligirse su imagen corporal, por función, por las satisfacciones previas que pueden ahora ser negadas, y por la pérdida de expectativas futuras basadas en esa función.
ACEPTACIÓN
La aceptación no implica ser feliz en cuanto a la discapacidad. Más bien hace referencia al abandono de falsas esperanzas y la exitosa adaptación a los nuevos roles basados en las limitaciones realistas y los nuevos potenciales. El individuo continúa con su vida cotidiana, mientras la discapacidad se contrae en importancia y otros aspectos de la vida crecen en significación. El individuo se siente cómodo con el sí mismo cambiado.