La diversidad funcional es muy amplia y las características en que se manifiesta son, podríamos decir, únicas y peculiares en cada uno de nosotros. Puesto que ya sea una discapacidad física, psíquica o sensorial, el grado o afectaciones de la misma será una variable única en cada persona.
Estas variaciones personalizadas influyen en la persona pero también en sus relaciones sociales. No adoptara las mismas estrategias de comunicación una persona invidente que una persona con déficit auditivo; así como no necesitará el mismo grado de ayuda una persona con paraplejia que tetraplejia.
Y llegamos al meollo de la cuestión: apareció la palabra “ayuda”, acción, en este caso dependiente que, según su grado, puede ser un condicionante ante las relaciones sociales. Una necesidad involuntaria, vital y cotidiana como el comer, puede representar un cierto obstáculo relacional cuando se presenta la necesidad de ayuda.
Sobre todo en algunas discapacidades físicas, como algunos grados de parálisis cerebral, el hecho de depender de terceros para realizar acciones como: beber, comer o ir al servicio, puede delimitar el número de relaciones de amistad y, por consecuente, las posibilidades de salir.
Centrándonos en este ámbito de la diversidad funcional, ¿qué factores o características de la discapacidad pueden influir en las interacciones sociales? A continuación expongo algunos de ellos:
- La imposibilidad de desplazarse por uno mismo crea una dependencia, puesto que necesita a otra persona para salir, esto genera en ésta el tener que hacer una programación y delimita la espontaneidad.
- La necesidad asistencial ante actividades como el comer o el ir al lavabo también pueden generar cierto rechazo si a la persona a la que se lo pide se siente incómoda ante esta tarea.
- El babeo consecuente de algunos casos de la parálisis cerebral puede incomodar a la otra persona.
- La disartria en algunos casos puede representar un obstáculo, dado que, a parte de la dificultad que representa entendernos, también se da el factor que se escupe involuntariamente al vocalizar.
- La lentitud en la comunicación, ya sea por necesitar un sistema de comunicación alternativo o tardar en decir aquello que se quiere comunicar puede generar una inquietud en la otra persona.
Todo ello puede provocar temores, inquietudes, alejamiento o inseguridades por ambas partes: la persona con diversidad funcional se siente afectada ante estas situaciones y por otra parte en la persona sin discapacidad se puede presentar dudas o incomodidades lo que provoca la disminución de oportunidades para la primera.
Ante estas situaciones, una vez más, debemos de buscar alternativas y soluciones que nos faciliten el acceso a las relaciones sociales como cualquier otra persona. No debemos caer en el paradigma de la lástima o la desolación, puesto que no arreglamos nada con la lamentación. Somos lo que vemos y vivimos como sabemos.
Por este motivo, es conveniente plantear una serie de pautas que puedan mejorar las situaciones anteriormente mencionadas. Obviamente, hay muchísimas más de las que voy a escribir, todo dependerá de la situación en concreto y de las características personales en particular.
- Pensad un equilibrio entre lo que se puede y las alternativas que hay. Por ejemplo, qsi no nos podemos desplazar solos hasta el punto donde hemos quedado con la otra persona, quizás antes de hacer que venga ella podemos buscar un transporte adaptado o bien adaptarnos a la horario que le vaya bien.
- No debemos dejar las inquietudes en el aire por vergüenza a qué pensarán de mí. Si necesitamos ayuda para beber o comer, y hemos quedado con una persona, es bueno preguntarle previamente si le resulta incómodo o le molesta ayudarnos. Es conveniente, en este caso, explicarle cómo nos puede ayudar mejor. Así disminuiremos las inquietudes por ambas partes y mejoraremos la interacción.
- Buscar alternativas para no salpicar cuando hablamos a la otra persona, como por ejemplo guardar una distancia prudencial o mirar hacia un lado.
- También podemos buscar sistemas alternativos como una voz sintetizada en el móvil para agilizar la comunicación y que la otra persona se sienta más segura.
Pero ante todo debemos conseguir la mejor solución, haciendo uso de las herramientas necesarias ya sean ayudas técnicas o la tecnología accesible, para proporcionar un bienestar entre ambas partes y así tener mayores oportunidades de inclusión social. Porque debemos ser los primeros en encontrar los recursos necesarios que estén a nuestro alcance para mejorar la calidad de vida participando activamente en nuestra propia inclusión.