¿Qué persona con diversidad funcional ha querido hacer tal cosa y su entorno no le ha dejado?
En este artículo pretendo ser práctica, pragmática como se diría de manera formal, y exponer tanto los factores desencadenantes como qué pueden promover éstos a nivel psicosocial, así como pautas para modificar estas actitudes en favor de la mejora de calidad de vida.
Lo primero que debemos analizar son las fuentes de donde procede esta negación: ¿Es sólo la familia? Por desgracia no. Vamos por la calle y los vecinos: “cuidado, no te pase algo”, la gente que se cruza: “vas solo/a? ¿y tu madre”: en el colegio: “no, no podrás hacer esto”: en la universidad: “para que aprobarte si no puedes ejercer”: en un comercio: “no te entiendo, vuelve con tu madre”: en una discoteca: “no puedes entrar, puede ser peligroso” y finalmente, en una entrevista de trabajo: “es que… no te veo capaz de desempeñar el puesto.”
Cuentas negaciones, ¿no? De donde provienen: de la sociedad. Por lo tanto, hayamos una serie de factores desencadenantes comunes como son:
- Desconocimiento
- Precaución
- Temor
- Preocupación
- Evitación
- Protección
Pero como vimos en el artículo: “Comprendiendo la sobreprotección”, la principal fuente de negación es la familia puesto que, si no nos dejan salir, evitan todo lo anterior. ¿Y por qué tienen tanto miedo? Porque en ellos también intervienen los factores desencadenantes anteriores. Cómo:
- Desconocimiento: no a nuestras capacidades, sino a como actuaran los demás ante nuestras limitaciones. Esto genera una preocupación a lo anterior y a que no tengamos las herramientas necesarias para desenvolvernos, lo que promueve una precaución y temor a que nos puedan lastimar. Por eso utilizan la evitación a esas situaciones como mecanismo de defensa, lo cual hace que acaben ejerciendo una protección que, lo único que impide es nuestra evolución.
Esta reflexión no pretende ser una crítica a la familia, sino todo lo contrario, con ella pretendo acercar los sentimientos que pueden desembocar a esta protección que conlleva la negación en un principio planteada. Lo cual no es una detracción más bien pretende ser una justificación, con ella deseo hacer comprender el comportamiento que puede promover esos factores desencadenantes.
Ante ellos, la persona con diversidad funcional tiende a rebelarse, lo cual genera una ofuscación que no nos permite buscar alternativas de resolución. ¿Qué debemos hacer ante ello las personas con discapacidad?
Como ya comenté en artículos anteriores, estas actitudes no se pueden cambiar de un día para otro, puesto que proceden de un sentimiento innato por parte de los familiares persiguiendo lo mejor para nosotros. Por ello, lo primero que debemos entender es esa objetividad de la acción por parte de ellos que, aunque tenga consecuencias negativas para nuestra autonomía, lo hacen desde el corazón y con la convicción de que es lo mejor. Por lo que tenemos que generar cierta empatía, intentando fomentar la seguridad ante nuestras decisiones. Por ejemplo, si queremos ir a un concierto con un amigo que nos espera en un punto concreto, previamente tenemos que detallar cómo vamos a ir, a donde es y buscar estrategias de comprensión para que la familia vea la parte positiva de esa salida. Y así en todos los casos, lo cual nos puede causar cierta impotencia en la negatividad ante nuestra insistencia, pero debemos ser perseverantes en esta comprensión puesto que este hecho puede fomentar nuestra autonomía.
Por otro lado, los factores desencadenantes que potencian la negación en la sociedad en general y en todos los ámbitos en particular, vemos que son mecanismos de defensa que, al igual que ocurre en el ámbito familiar, forman una cadena de puntos comunes.
- Por poner un ejemplo, el desconocimiento en los ámbitos educativo y laboral genera una preocupación ante nuestras capacidades, pero que en el fondo es consecuencia de la falta de recursos que existe en estos ámbitos. Esto genera una precaución por el temor de no poder cubrir nuestras necesidades asistenciales debidas a nuestras limitaciones particulares, donde en vez de buscar alternativas, utilizan la cautela como mecanismo de defensa para evitar el temor a ser perjudicado profesionalmente ante la inadecuación de recursos para que podamos realizar un determinado estudio o trabajo. Esta falta de recursos también potencia la protección frente a una persona con diversidad funcional, puesto que si no hay herramientas necesarias se crea una intranquilidad derivada del propio desconocimiento ante la búsqueda de alternativas.
¿Qué podemos hacer las personas con diversidad ante este pez que se muerde la cola?
Las alternativas son múltiples pero hay una común que realizamos constantemente durante nuestra vida: demostrar que podemos hacer aquello que queremos, a través de la constancia, la perseverancia y la lucha por demostrar que somos uno más. Gracias a esto, por muy simple que parezca, casi siempre acabamos convenciendo y demostrando a los demás que podemos. También debemos sugerir recursos y estrategias para que el otro se sienta más seguro de nuestras posibilidades.
Aunque parezca paradójico, siempre tenemos que ir convenciendo al otro de nuestras capacidades, lo cual puede generar cierto cansancio y muchas veces ganas de tirar la toalla. Por lo que tenemos que conseguir un buen autoconcepto y autoestima de nosotros mismos para poder enfrentarnos a estas oposiciones.
Finalmente, ante las reacciones de la calle, no podemos ejercer ningún control puesto que estaríamos permanentemente justificando nuestras acciones. Tan sólo debemos hacer ver que podemos, siendo uno más y que estos comentarios se conviertan en virutas ante nuestra personalidad. Porque los primeros convencidos de nuestras capacidades debemos de ser nosotros mismos así como de nuestras limitaciones.
Para poner un último ejemplo, si tenemos una tetraplejia nos es prácticamente imposible ejercer como cirujano, biólogo o policía. Es importante ser autocrítico y consciente de nuestras posibilidades reales, pero jamás cortarnos las alas sin haberlo intentado.