Como sabemos, los mecanismos de defensa son estrategias psicológicas que las personas utilizamos para afrontar situaciones difíciles o dolorosas. Éstos pueden ser adaptativos o desadaptativos, según el grado, la frecuencia y el contexto en que se manifiestan.
Las personas con discapacidad podemos recurrir a los mecanismos de defensa para protegernos del estrés, la angustia, la frustración o el rechazo que podemos experimentar debido a la discapacidad. Algunos de los mecanismos de defensa que suelen utilizar las personas con discapacidad son:
- La negación: consiste en rechazar o ignorar la realidad que resulta amenazadora o inaceptable. Por ejemplo, una persona con discapacidad puede negar que tenga alguna limitación y actuar como si no existiera. Sobre todo en discapacidades adquiridas.
- La racionalización: consiste en dar explicaciones lógicas o razonables a situaciones que generan malestar o culpa. En este caso, puede justificar su fracaso escolar o laboral atribuyéndolo a la conducción funcional, a factores externos o a la falta de oportunidades.
- La sublimación: consiste en canalizar los impulsos o sentimientos negativos hacia actividades socialmente aceptables o valoradas. Por ejemplo, una persona con diversidad funcional puede hacer arte, deporte, voluntariado o cualquier otra actividad que le permita expresarse y sentirse útil.
- La compensación: consiste en destacar o desarrollar un área o habilidad en la que se tiene un buen rendimiento para contrarrestar otra en la que se tiene una dificultad o un déficit. Por ejemplo, una persona con discapacidad auditiva puede potenciar su capacidad visual o su memoria para compensar su pérdida auditiva.
Los mecanismos de defensa nos pueden ayudar a las personas con discapacidad a adaptarnos y a superar los obstáculos que se encuentran a lo largo de la vida. No obstante, también pueden interferir en el desarrollo personal y social si se convierten en patrones rígidos o ineficaces de comportamiento. Por ello, es importante que las personas con discapacidad contemos con el apoyo y la orientación de profesionales especializados que ayuden a identificar y modificar los mecanismos de defensa que perjudiquen y a fomentar a los que benefician.