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No soy dada a hacer artículos sobre mis reflexiones personales, pero en esta ocasión, creo que esta asociación de ideas y pensamientos que publiqué en mi blog personal, puede llegar a empatizar con otras personas que se encuentren en la misma situación.

Y es que la disartria es un déficit en el habla, muchas veces invisible como pasa como la discapacidad auditiva, que es percibida cuando se establece una comunicación directa con la persona, tal como explico en el artículo: ¿QUÉ ES LA DISARTRIA?

Este trastorno del habla (aunque no me gusta llamarlo así), se caracteriza por una alteración motora y, por lo tanto, articulatoria del habla que dificulta la vocalización de las palabras en discapacidades como la parálisis cerebral, traumatismos craneoencefálicos o en algunos tipos de discapacidad intelectual con déficits motores.

A ser un factor que dificulta la comunicación, también, muchas veces, representa un gran hándicap social y laboral, como plasmo a continuación en la reflexión. Y es que, aunque las tecnologías son de mucha ayuda para suplir este déficit, la fluidez comunicativa casi nunca puede ser la misma que una persona sin esta “peculiaridad”.

Bola con cadena

Enfatizo en que se trata de una reflexión personal y subjetiva, dada de la propia experiencia y que tan sólo pretende dar luz a una realidad de unos pocos, que tan sólo perseguimos oportunidades donde tenga cabida nuestra peculiaridad comunicativa.

Reflexión:  mi espejo de la realidad es la disartria.

No pretendo andar,

Pues con mi silla puedo avanzar.

 

No pretendo mis distonías disminuir,

Pues de mi discapacidad no puedo huir.

 

No pretendo vocalizar adecuadamente,

Pero ese deseo no se va de mi mente.

 

Porque rodando se puede caminar,

Sujetándome, mi espasticidad controlar.

 

Pero mi disartria me impide comunicar,

Aquello que quiero en realidad.

 

Sí, hay sistemas alternativos que te pueden ayudar,

Pero un jefe, un cliente o un alumno no van a esperar,

 

Pues sea con un teclado o un plafón,

La espera pierde su razón, cuando no puedes utilizar la voz.

 

Extraño puede parecer que a las distonías puedas vencer,

Y que otra manera de caminar pueda aparecer.

 

Pero difícil con mi disartria será,

Que un trabajo pueda encontrar.

 

Pesimista no fui ni al nacer,

Pues a la anoxia quise vencer.

 

Poco a poco crecer,

Para mi vida satisfacer.

 

En mi camino obstáculos encontré,

Que como una persona más superé.

 

Me creé metas que alcanzar,

Que con ilusión las pude lograr.

 

Pero hoy el pesimismo,

Me hace esclava de un abismo.

 

Una barrera que me separa de la sociedad,

Y es que la disartria me enseña la realidad.

 

Verdad oculta tras virutas de esperanza,

Que te hacen resistir ante la lanza.

 

De una estática sociedad,

Que no te ofrece una oportunidad.

 

Porque la disartria acaba pesando en la mochila,

Aunque intentes buscar una tras otra salida.

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