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Tu mano virtual en Diversidad Funcional

Mano protectoraLa sobreprotección se da frecuentemente por parte de los padres y los familiares más cercanos a la persona.

Cuando eres niño, aunque no tengas discapacidad, te suelen proteger por temor al daño. Pero cuando tienes diversidad funcional, esa sobreprotección se acentúa y, en ocasiones, perdura hasta edades adultas.

En mi opinión, se convierte en un mecanismo de defensa de la propia familia al ver o percibir a la persona con diversidad funcional de manera más vulnerable. Dependiendo del grado de discapacidad esta situación también puede variar.

Desde un punto de vista sociológico, se puede analizar como una actuación preventiva hacia que las limitaciones físicas no acontezcan en situaciones peligrosas o que se dé el caso que impidan la realización de actividades fuera del entorno familiar. Es decir, es una actuación innata de cobijo que aísla a la persona con diversidad funcional de posibles obstáculos pensados con anticipación por parte de los familiares.

No obstante, también se tiene que tener en cuenta, que cuando los familiares tienen una edad avanzada este mecanismo de defensa se agrava con severidad. Hecho que se puede deber a un pasado sociocultural sumiso a una protección paterna que prevalecía ante el resto de familia. Donde los avances de recursos accesibles aún no habían llegado y la persona con discapacidad permanecía únicamente bajo el cuidado de su madre reclutada en casa.

Unos avances y ayudas técnicas que en la actualidad nos hacen uno más, si no fuera por ese bagaje conservador que prevalecía en su época y que impera en sus pensamientos, lo cual impide una mirada abierta hacia nuevas oportunidades. Oportunidades de igualdad que quizás ellos las divisen con temor aunque nos vean capaces de utilizarlas. Es un trabajo costoso cambiar la mentalidad de casi una vida, puesto que el amor que nos tienen alcanza niveles de fraternidad que impiden ese cambio de visión.

¿Por qué se crea esta sobreprotección?

¿Qué efectos puede tener la sobreprotección en las personas con diversidad funcional?

  • Por precaución,
  • temores anticipatorios,
  • inseguridad de las posibilidades frente a los obstáculos,
  • evitación de problemas mayores,
  • vulnerabilidad ante las limitaciones físicas,
  • evitación de preocupaciones,
  • control sobre el entorno.
 
  • Creación de una identidad dependiente de los protectores,
  • conformismo,
  • impotencia,
  • ansiedad,
  • soledad,
  • inquietudes que no pueden desarrollar,
  • expectativas frenadas,
  • disminución de motivación,
  • decepción ante la impotencia,
  • crispación hacia los protectores,
  • dificultad de sociabilización.

 ¿Cómo disminuir esa sobreprotección?

Frecuentemente resulta sencillo cuando los familiares tienden a ser jóvenes. Ven las posibles expectativas y facilitan el acceso a ellas guardándose los lógicos temores de todos los padres. A través del diálogo, en estos casos, se puede llegar a un acuerdo entre ambas partes equilibrando las necesidades y responsabilidades de cada uno.

No obstante, cuando una persona con discapacidad física necesita de terceros para las actividades del día a día, pueden aparecer dos obstáculos:

  • Ël primero de ellos, se daría por las responsabilidades y los horarios de los terceros, hecho que dificulta el acceso libre a realizar aquello que quiere la persona con diversidad funcional. En este caso, la causa que impide la realización de una vida habitual (de salir y entrar), no es la sobreprotección sino la disponibilidad de ayuda. En ocasiones como ésta, donde las oportunidades de desarrollo social no son plenamente frenadas, se deben gestionar llegando a un acuerdo equilibrado, donde las personas con discapacidad y sin discapacidad tengan las mismas oportunidades pensando uno en el otro. Puesto que tampoco se debe exigir la dedicación completa del cuidador o asistente.
  • En el segundo caso, volvemos a una visión conservadora de la discapacidad, donde la última palabra siempre la tiene el cuidador/familia. Esa situación se da debido a la dependencia ante realizar actividades, salir o entrar, puesto que en algunos casos es imprescindible la ayuda de los protectores y si ellos se niegan no hay alternativa dado que no podemos realizar según qué actividades (tan simples como salir a la calle) por nosotros mismos. Esta situación genera un aumento de la dependencia por ambas partes y a la vez de frustración, puesto que podemos no sentirnos comprendidos. Paradigma que puede conllevar sintomatologías psicológicas como las antes mencionadas. Ante esta situación tan sólo podemos optar en acudir a un intermediario profesional, acción que muchas veces se ve impedida por la misma razón. Negación que dificulta el progreso de desarrollo de las personas con discapacidad.

Chica libreBajo este prisma, tan sólo queda trabajar el cambio de visión conservadora protectora, cambio que tan sólo puede motivar el razonamiento y la confianza de la persona con diversidad funcional hacia sus protectores. Proceso lento que puede facilitar la sumisión de esta persona por impotencia de no conseguir el cambio de visión.

Antes de llegar a esta situación, la persona con discapacidad debe acudir a un profesional que le dé alternativas de cómo hacerlo.

Estas líneas tan sólo quieren ser reflejo de situaciones particulares con el fin que se sientan identificadas y comprendidas. Un reflejo de la realidad muchas veces oculta pero inmersa en nuestro colectivo.

No pretendo hacer un análisis médico, profesional y ni tan siquiera psicológico de lo redactado anteriormente, tan sólo una mirada realista con la que pretendo hacerme cómplice de las personas que viven en esta situación. Pienso que el hecho de saber que hay alguien más en esta situación, o simplemente que lo tiene en cuenta, puede ayudar a sentirse mejor, hecho que facilita el proceso de búsqueda de expectativas de resolución.

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