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Tu mano virtual en Diversidad Funcional

En esta sección compartiré pequeños relatos y cuentos con moraleja que nos llevan a reflexionar sobre nuestra realidad.

Siempre digo que hay que afrontar las adversidades con positividad, porque de poco sirve lamentarse y sacar sólo los sentimientos negativos ante un problema. Aunque es bueno sacar y liberar estas emociones en un primer momento, después hemos de pasar a la acción en busca de soluciones antes esas situaciones adversas.
Es precisamente este proceso el que he querido plasmar con la siguiente fabula.

dia y noche en el mar

 

Con este relato pretendo hacer llegar la convicción de que, aunque se necesite ayuda para algunas cosas, el timón de la vida lo debe lleva la propia persona.

Así que no dejéis de controlar el barco porque el timón de la vida lo lleva uno mismo independientemente de las limitaciones, coordinándose con el resto de tripulantes que le ayudarán a navegar.

día y noche

una mariposa posada en una flor

Transcripción del video:

De vez en cuando me gusta ser soñadora y pensar en lo que podría ser, pero no es. En ese sentido, puede que el siguiente pensamiento pueda parecer surrealista, que en cierto modo lo es. Pero, ¿qué fabula no lleva algo de fantasioso y detrás se esconden algunas virutas de realidad?

Pues eso es exactamente lo que ocurre cuando, en instantes de silencio y reflexión, se me ocurre pensar: ¿qué pasaría si entendiéramos el lenguaje del resto de seres vivos, como plantas y animales? Evidentemente, nos enriqueceríamos el doble. Y aunque estaréis pensando: “A PsicoVan se le ha ido la pinza.” Quizá sea cierto, pero, aun así, permitirme compartir mi fábula con vosotros.

Imaginaros una bella y soleada tarde de mayo, paseando por las hierbas recién humedecidas de un prado verde, observando el murmullo de la naturaleza, nos fijamos en como una mariposa de cálidos colores se posa suavemente a reposar en los pétalos de una flor de color topacio. En segundos, sin apenas percatarnos, agudizando el oído, nos encontramos inmersos en una escucha activa de una conversación entre dos seres de la naturaleza distintos a nosotros.

mariposa y flor

Donde la flor, al percibir el rápido latido de la mariposa, le pregunta:

 - ¿A qué se debe ese cansancio?

A lo que la mariposa, tomando unos segundos de aire, le responde:

- Anda guapa, como se nota que tú no te mueves.

La flor, asombrada por la contestación, le replica:

- Cierto, no me muevo y no puedo disfrutar del mundo igual que tú.

La mariposa, crispada ya por el calor y ahora por la riña, aumenta su tono diciendo:

- ¿Disfrutar para ti quiere decir trabajar buscando comida y reproduciendo? En vez de tenerlo todo hecho como tú sin moverte.

A lo que la flor, ya rabiosa, replica:

- A ti te puede parecer maravilloso el no poder hacer nada, pero yo a veces, daría mis pétalos y mi belleza por poder volar, trabajar y disfrutar de la vida.

Entonces, la mariposa reflexiona y dice:

- Sí, quizás tengas razón, pero al mismo tiempo, tú también puedes disfrutar de aquello que te rodea de forma más plácida y no al ritmo frenético que supone el volar en busca de aquello que quieres.

Ante eso, la flor asombrada piensa:

- Pues tienes razón mi querida mariposa, a veces estamos tan obsesionados en desear lo del prójimo que no sabemos valorar aquello que tenemos. Quizás yo no pueda volar, pero tú no puedes apreciar los matices de la vida.

Sí, mis queridos seguidores, es lo que estáis pensando. Puede que la flor pueda tener diversidad funcional, pero sólo se percata de aquello que no alcanza o de aquello que no puede disfrutar y no intenta acogerse a aquello que tiene. Del mismo modo, la mariposa vive tan rápido que no disfruta de las ventajas que tiene el volar.

¿A dónde quiero llegar? Pues muy sencillo la diversidad es tan compleja y variada que a veces hacemos diverso aquello visible, cuando toda la humanidad tenemos alguna diversidad y limitación. Así pues, ni la belleza se consigue volando ni el descanso o bienestar reposando.

No deseemos lo del otro antes de buscar la felicidad en lo que tenemos.

 

Una mañana soleada la ardilla paseaba por el lado de un acantilado, cuando se tropezó con el caparazón de una tortuga con la que coincidía con frecuencia, aunque casi siempre la encontraba cobijada en su caparazón. Por lo que ese día le picó la curiosidad y pensó: ¿Qué hará metida siempre ahí? ¿No se aburrirá?

Tras unos minutos contemplando a ver si sacaba la cabeza su vecina la tortuga, la inquieta ardilla decidió acariciar la corteza verde mar de su conocida y con voz tímida preguntó: “Buenos días, ¿estás ahí?”

La tortuga, recién levantada, pensó: "Ya estamos, otra curiosa que se piensa que no hay nada que hacer aquí dentro. Con el trabajo que tengo...". Resignada, la tortuga asomó la cabeza y saludó: “Buenos días, ¿Qué deseas?”

A lo que la ardilla, con una amable sonrisa, respondió: “Me preguntaba si… si te apetecería pasear o ir al rio… Como siempre te veo ahí metida sola… ¿No te aburres?”

La tortuga se quedó pensando durante unos segundos de qué manera responderle sin que se ofendiera. A lo que finalmente le contestó con una pregunta: “¿Verdad que tú no te cansas de ir de árbol en árbol? Pues yo siempre tengo que ir a poco a poco y con la casa a cuestas, por lo cual me resulta más difícil salir de forma frecuente, pero no por eso me aburro dentro de mi espacio, todo lo contrario, me siento más libre que cuando tengo que pedir ayuda porque no puedo sola llegar a un sitio.

foto miaPues si queridos lectores, seguramente estaréis pensando: “Ya se le ha ido la olla otra vez a PsicoVan.” A parte de eso, pensaréis que la historia se asemeja a muchas de nuestras vidas, sobre todo, cuando se tiene una diversidad funcional física, en que en muchas ocasiones nuestra habitación es el espacio más libre y confortable que encontramos. Dado que para ir a algún sitio o salir, muchos de nosotros, necesitamos de terceras personas.

Esto demuestra que cada persona elige su hábitat, igual que el caso de la tortuga en que su día a día no es el mismo que el de la ardilla, nosotros también tenemos derecho a construir y elegir nuestro espacio, que no tiene por qué ser el mismo que el de las personas de nuestro entorno.

Y es que, en muchas ocasiones, la dependencia hace que nuestro espacio se reduzca a una habitación, donde parte de nuestra socialización aparece detrás de una pantalla o a través de ella, donde nos sentimos más cómodos expresándonos a nuestra manera y a nuestro ritmo.

Este pequeño espacio, que posiblemente muchos no comprendan, nos hace o nos ayuda a crear nuestra propia identidad, sin que las personas que nos ayudan día a día influyan de manera directa en la creación y maduración de nuestra personalidad. En este espacio somos nosotros mismos, con nuestras inquietudes y necesidades psicoafectivas.

Pero, al mismo tiempo, tenemos que seguir luchando y buscando los recursos necesarios para externalizar esas necesidades como el resto de la sociedad. Por eso, también es importante no dejar de salir de nuestra guarida por muchos obstáculos que nos encontremos ante ello. Dado que la creación y la madurez tanto de nuestra identidad como de nuestro camino se irá proyectando gracias a la combinación de estos dos factores: la libertad en nosotros mismos y la superación de obstáculos a través de la autodeterminación. Porque como siempre digo, hacer las cosas de una manera diferente no significa que no las podamos hacer.

Elige que buscar y busca lo que desees, sólo así lo conseguirás.

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